El 21 de
marzo es el día proclamado por la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas, en octubre de 1966 como el “Día para la Eliminación de la
Discriminación Racial”. El tema del presente año para la ONU es “Aprender de
las Tragedias Históricas para Combatir la Discriminación Racial del Presente”.
En este
sentido quisiera hacer un parangón entre la discriminación racial sufrida
antiguamente por los descendientes de africanos, indígenas y otros grupos
étnicos con un nuevo tipo de discriminación racial producido dentro de nuestra
sociedad, que da mayor importancia a las diferencias culturales que al color de
piel.
El racismo se
produce cuando se considera a una persona o a un grupo de personas como
inferiores y por este motivo se les trata de forma desfavorable, prohibiéndoles
los derechos humanos básicos como el trabajo, la educación o la recreación,
causando mayor pobreza y agravando aún más la situación de quienes la sufren.
Hoy en día,
el racismo no se manifiesta desde un sector “blanco” hacia otro que no lo es y
por ende es considerado como una raza inferior que no es digna de ser incluida
en la sociedad, pero existen sectores en nuestra sociedad, en general de
personas humildes que por su forma de vestir, el barrio en el que viven o el colegio
al que asisten son discriminadas hasta el punto de producirse una segregación
de las mismas, quitándoles derechos de acceder a lugares de recreación, a
ciertos espectáculos, a conseguir
trabajos en el empleo formal, a tener mejores oportunidades de educación, entre
otros, del mismo modo que se realizaba con los “negros” afrodescendientes; tan
similar es esta discriminación que hasta se siguen utilizando los mismos
descalificativos peyorativos que se usaban antiguamente.
Las
consecuencias de este nuevo racismo son más graves aún en los casos de que se
sumen a otro tipo de discriminación, como la de género, por orientación sexual,
capacidades diferentes, religión adoptada, etc. lo que agrava aún más la
situación de quienes lo sufren.
Lo importante
es que entendamos que el racismo y las formas de discriminación no se dan como
consecuencia de hechos reales, sino que son producto de prejuicios e ideas
introducidas por otros grupos, que en ningún caso deberíamos aceptar como
verdades.
“Nadie nace odiando a
otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”
Nelson Mandela
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