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4 de Abril – ¿Y si pensamos el país desde la infancia?

Que importantes son los días del calendario instituidos como de reflexión en algún tema específico, porque sin ellos quizás tuviera que suceder un episodio que vulnere la estabilidad y armonía social para pensar por ejemplo en el negocio aberrante de la prostitución infantil en el mundo y que Argentina es uno de los países con mayor índice según la ONU.
 Días como el de hoy de lucha contra la prostitución infantil, nos obligan a preguntarnos qué es lo que hace que la niñez sea vulnerable a la explotación sexual? por qué esta situación injusta se roba la paz de los más pequeños? No es necesario aclarar que los niños y las niñas no se prostituyen sino que son prostituidos, vendidos o comercializados como si fueran objetos, por otras personas, ni que la explotación sexual infantil es uno de los problemas más graves y detestables de violencia contra los niños y calificado como una forma moderna de esclavitud infantil derivada de una globalización sin respeto a la dignidad y derechos humanos de los mismos.


 Es sabido que en el mundo y en nuestro país hay expandidas redes de prostitución infantil que llegan hasta los lugares más apartados con falsas promesas de mejorar la calidad de vida y con ello seducen; son una forma organizada de comercio sexual, en muchas ocasiones toleradas por la sociedad que deja huellas psicológicas en el infante imposibles de borrar. A pesar de ser un problema de graves magnitudes, no hay cifras exactas sobre el tema debido a que se practica de manera clandestina, pero si podemos hablar de las cifras que arrojan los organismos internacionales como UNICEF sobre pobreza, mortalidad infantil, deserción escolar, niveles de analfabetismo, que indican que el 58,5 por ciento de los niños y adolescentes menores de 18 años son pobres o indigentes, cerca de 12,5 millones de niños y adolescentes, o sea el 33,3% de la población total, sin contar adultos, son pobres o indigentes. Estas cifras son los números de la pobreza y la marginación, números de los niños, niñas y adolescentes que pagan por un país quebrado, envuelto en la corrupción supina y donde quienes tienen las responsabilidades siguen mirando al costado. Son importantes y necesarios los informes internacionales y el trabajo de estos organismos para develar flagelos, pero lamentablemente tienen escasa preponderancia a la hora de solucionar dichos azotes, sino miremos lo que sucede en la provincia de Misiones en la que a pesar de las numerosas denuncias de organismos internacionales, es por donde se provee sin pausa el negocio sexual del interior del país y del exterior; la Triple Frontera es una suerte de paraíso de los grandes negocios de las organizaciones criminales que se dedican a la explotación sexual infantil que operan en red y buscan menores en Misiones para "exportar" a otras provincias como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires y a otros países, en especial a los limítrofes Brasil y Paraguay.
Quienes son las víctimas? Por un lado miles de niños, niñas y adolescentes en estado de vulnerabilidad absoluta cuyas familias, por llamarlas de alguna forma, que han quedado en las redes de la marginación total, acuden a organizaciones criminales de prostitución infantil con la cláusula implícita de no buscar, no delatar, no denunciar la desaparición de esos niños. Por otro lado, miles de niños, niñas y adolescentes son secuestrados e inducidos por las prácticas más salvajes a prostituirse. También debemos decir que la prostitución infantil no se limita a los sectores más pobres ya que adolescentes de clase media y alta alimentan el circuito de la prostitución de lujo, siendo éste el nivel de más difícil acceso, debido a la “exigencia de asegurar la privacidad e identidad de los involucrados como clientes ricos, famosos y de los proxenetas”, y también debido al prurito de “no difamar lugares prestigiosos donde se practica como hoteles 5 estrellas, pubs de moda y agencias de modelos”, según reveló UNICEF, cuyo informe también expresó que el denominador común en todos los casos de prostitución infantil es la manifiesta “ineficacia” de las intervenciones policiales y judiciales para enfrentarla y combatirla.
Como sociedad debemos saber que está sucediendo y tomar conciencia de la magnitud del problema, organismos internacionales le trasladan a las autoridades nacionales la responsabilidad de enfrentar la problemática, pero a pesar de que la Procuración General de la Nación, el Consejo Nacional de la Mujer, el Ministerio de Justicia a través de la Secretaría de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios y el Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia se han comprometido a desarrollar un plan de acción para combatirla no se avanza más allá de las palabras.
Muchos son los mecanismos que se pueden utilizar para intentar solucionar este flagelo, pero para ello es indispensable adoptar políticas de estado serias, no mezquinos parches más preocupados por las estadísticas que por cada niño, niña o adolescente que merece una vida digna. La triste realidad nos golpea en la cara, hay un profundo cinismo, encubrimiento y falta de sensibilidad ante la problemática de la niñez en nuestro país.
Se piensa en largos informes, se dan eternos discursos, pero las soluciones no afloran y los parches se están rompiendo. Para proteger los derechos de los niños que merecen tener una infancia plena para crecer como personas libres y con una autoestima sana, los gobiernos deben barajar y dar de nuevo y pensar el país desde la infancia.

 Viviana Yawny *Concejal Partido Socialista
Fuentes: UNICEF, Clarín, TELAM, La Nación

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